Johnny Pacheco sentado en unos cojines y mirando a la cámara. Lleva una camisa de lino bordada.

La invención de la salsa

Johnny Pacheco popularizó una versión neoyorquina de la música bailable cubana al fundar un sello, Fania Records, y un grupo de artistas, Fania All Stars, en la década de 1960. Lo llamó a todo “salsa”: la música, el baile, la cultura en general, y el término se ha mantenido. A través de la salsa, Pacheco y Fania lograron un reconocimiento duradero para los artistas de las crecientes comunidades latinas de los Estados Unidos y crearon un mercado mundial para la música bailable latina.

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Cada mes, nuestra serie Journeys of Innovation cuenta las historias de inventores o emprendedores que han marcado una diferencia positiva en el mundo. Este mes nuestro artículo se centra en Johnny Pacheco, músico y fundador de Fania Records, el sello que comenzó la fiebre de la salsa y trajo este género musical y baile a las masas.

“Algo que creo es que una vez que tienes una fórmula, no la cambias”, dijo el hombre que le dio a la música bailable latina su atractivo masivo. Johnny Pacheco, músico, fundó Fania Records en 1964. La compañía se convirtió en un imperio del entretenimiento que lo llevó a él y a una generación de músicos latinos al estrellato. En el proceso, Pacheco y los otros artistas de Fania transformaron un estilo afrocaribeño de música bailable específico de las comunidades latinas en la ciudad de Nueva York en un género distribuido globalmente, con un atractivo casi universal. La Fania Records de Pacheco incluso proporcionó un nombre para este sonido y cultura: “salsa”.

”Salsa” se refería a un estilo de música latina bailable que parecía haber aparecido de repente. De hecho, solo el nombre era nuevo. El género tenía raíces en la Cuba colonial y en la Nueva York de mediados del siglo XX. Luego, a fines de la década de 1960, cuando la música latina se volvía cada vez más popular entre el público de Nueva York, Pacheco y su socio comercial seleccionaron la palabra “salsa” como el identificador conveniente, memorable y comercializable del género. El nombre se convirtió en parte de una estrategia mucho más amplia que transformó la salsa en un fenómeno nacional y luego internacional.

Pacheco había nacido en Santiago de los Caballeros, República Dominicana, en 1935, y a temprana edad aprendió de su padre, que era músico y director de orquesta, a tocar varios instrumentos, incluidos el clarinete, el saxofón y el acordeón. En 1946, la familia emigró a los Estados Unidos, donde la educación musical del joven Pacheco se extendió a aún más instrumentos.

Foto de la portada de un álbum que muestra a un hombre vestido con traje, sosteniendo una flauta y apuntando a la cámara.

El primer álbum de Johnny Pacheco, "Spotlight on Pacheco", salió bajo el sello Alegre en 1961 y lo ayudó a convertirse en una estrella. Fania Records, cortesía de Craft Latino Recordings, una división de Concord.

La escuela Juilliard, el prestigioso conservatorio de música y artes escénicas de Nueva York, reconoció los talentos y esfuerzos de Pacheco con una beca para estudiar composición y teoría. Durante su educación y después, Pacheco tocó percusión y otros instrumentos en las orquestas de baile latinas de la ciudad de Nueva York, y con el tiempo formó su propia orquesta. Inicialmente tuvo su mayor éxito como flautista, un éxito que ostentó en la portada del álbum de 1961 "Spotlight on Pacheco", que vendió más de 100,000 ejemplares.

"Spotlight on Pacheco" es un reflejo de su momento particular en la escena de la música y la danza latinas en Nueva York, entonces dominada por estilos musicales de origen cubano. Pacheco casi perfeccionó esta mezcla de melodías, ritmos e instrumentos africanos y occidentales que evocaba la herencia de las diversas poblaciones del Caribe.

En las décadas cercanas a la Segunda Guerra Mundial, cuando más y más personas del Caribe, especialmente de Puerto Rico, se habían mudado a la ciudad de Nueva York, habían traído consigo esta musicalidad distintiva. Uno de los contemporáneos y colaboradores de Pacheco recordó que en East Harlem, en la década de 1960, se podía encontrar a hombres y niños por todas partes “manteniendo el compás y marcando el ritmo de lo que estaba a la vista”, evidencia de “un tipo especial de herencia que está en nuestra sangre”.

Muchos de los artistas de Fania venían de este barrio y cantaban sobre los desafíos y las recompensas de la vida allí. En las décadas de 1960 y 1970, aumentó la migración de hispanohablantes a Nueva York, lo que aseguró un suministro constante de músicos y audiencia para la música bailable latina como la de Pacheco.

También hubo otros factores que llevaron al éxito de Pacheco como músico y luego como productor discográfico. El declive de la música de big band en la década de 1960 abrió un espacio para conjuntos más pequeños y enfoques novedosos. Al reducir el número de músicos y concentrarlos en una estrecha primera línea de dos flautistas, un trompetista y un trombonista, Pacheco llegó a un sonido que era económico de producir pero distintivo al oído. Al público de Nueva York le encantaron los resultados: un sonido que podía reconocerse como cubano, brillante y fuerte. Mientras tanto, el embargo comercial a Cuba de principios de la década de 1960 protegió a productores discográficos como Pacheco de la competencia con las discográficas de ese país.

En el lugar correcto y en el momento correcto, Pacheco se asoció con un abogado, Jerry Masucci, y fundó Fania Records en 1964. No se sabe de dónde obtuvieron el nombre. Puede que se refiriera a un salón de música popular de La Habana, o que viniera de la letra de una canción del músico cubano Reinaldo Bolaño.

El primer álbum del sello fue "Cañonazo" de Pacheco, un éxito instantáneo. Durante años, incluso después de que Fania lanzara varios álbumes más, "Cañonazo" siguió siendo su éxito de ventas. No obstante, la empresa se mantuvo pequeña, con Pacheco mismo distribuyendo discos desde el maletero de su automóvil y dirigiéndola desde su apartamento.

A dos años de emprender el negocio, Pacheco y Masucci decidieron expandirse encontrando y firmando nuevos artistas para el sello. Los primeros en unirse fueron Larry Harlow, un músico judío-estadounidense cuya música seguía la tradición cubana, y Bobby Valentín, un director de orquesta puertorriqueño con una habilidad especial para elaborar nuevos arreglos musicales. Luego vino Willie Colón, un trombonista y visionario incipiente que aportó experimentación de vanguardia al sonido emergente de Fania.

En dirección del reloj desde arriba a la izquierda: Larry Harlow, Willie Colón y Bobby Valentín a principios de la década de 1970. Fania Records, cortesía de Craft Latino Recordings, una división de Concord.

A fines de la década de 1960, los oyentes más perceptivos ya podían discernir un "sonido Fania" distintivo. Las voces tendían a presentar coros más agudos con una inflexión nasal. Los solos de trompeta terminaban con una floritura ascendente. Las improvisaciones en el estudio incluso conservaban parte de la espontaneidad y la electricidad de las sesiones improvisadas en los lugares de música y baile latinos de la ciudad de Nueva York.

Un hombre con anteojos grandes y una chaqueta deportiva a cuadros sostiene un micrófono y canta. Otros dos músicos se sientan en el fondo, uno tocando la trompeta.

Héctor Lavoe en plena función, a principios de los 70. Lavoe nació y se crio en Puerto Rico y llegó a Nueva York cuando era joven con la intención expresa de triunfar como músico allí. Fania Records, cortesía de Craft Latino Recordings, una división de Concord.

El sonido que emanaba de estos lugares, reproducido y publicitado por el sello de Pacheco, contribuyó a la formación de la marca distintiva de Fania. El siguiente paso fue que Pacheco y Masucci lo protegieran. El 5 de julio de 1968, presentaron una solicitud de marca registrada para el nombre “Fania” y obtuvieron el registro al año siguiente (marca registrada de EE. UU. No. 873,009).

Luego, Fania fichó al cantautor puertorriqueño Héctor Lavoe, cuyos álbumes El malo (1969), The Hustler (1969) y Cosa nuestra (una colaboración con Willie Colón y comercializado en inglés como Our Latin Thing, 1971) utilizaban el sonido de Fania y se convirtieron en un clásico instantáneo.

Mientras tanto, Pacheco agregó aún más artistas a la lista de Fania, entre ellos Rubén Blades, Celia Cruz y Eddie Palmieri. Pacheco supervisó el proceso de mercadeo de estos artistas, especialmente de los vocalistas, cuyas llamativas interpretaciones atrajeron audiencias cada vez mayores.

Un retrato fotográfico de cuerpo entero de una mujer con un glamuroso vestido de noche y sonriendo con la mirada baja.

Esta fotografía publicitaria de Celia Cruz fue tomada en 1962, poco después de su llegada a los Estados Unidos desde Cuba, donde había comenzado su carrera. Colección de la Biblioteca del Congreso.

Luego, Pacheco formó una compañía de talentosos directores de orquesta e intérpretes latinos y la llamó Fania All Stars (marca registrada de EE. UU. No. 3,614,324). En agosto de 1971, All Stars se presentó ante una multitud de 4000 personas en el Cheetah Club de Nueva York. En el otoño de 1973, llenaron el Yankee Stadium.

A medida que ganaba popularidad, la salsa adquiría nuevos significados y nuevas asociaciones, una vida propia. Connotaba cierto estilo de vida urbano y experiencia migrante, pero eludía una definición fija. Incluía culturas raciales, de clase y de género particulares de los pueblos hispanohablantes de todo el mundo, aunque conservaba asociaciones cercanas a la experiencia nuyorican en particular ("nuyorican" es una mezcla de New Yorker o "neoyorquino" y "puertorriqueño").

En el desarrollo de su marca distintiva, Pacheco y Fania recurrieron al cine documental. El concierto de 1971 en el Cheetah Club resultó en “Nuestra cosa” (Our Latin Thing), que abre con escenas callejeras y de azotea en la ciudad de Nueva York. Los ritmos afrocaribeños aumentan de volumen mientras los niños nuyoricans juegan. Luego, aparecen los créditos iniciales, los nombres de los artistas como grafitis en las paredes desmoronadas de los edificios de vivienda. La salsa, en esta iteración, tiene su lugar: los barrios como East Harlem, el epicentro crudo pero también grandioso de la cultura nuyorican.

Sin embargo, según Fania continuaba con su apuesta por atraer a las masas hacia finales de la década de 1970, sus cineastas y vendedores se esforzaban por disimular la conexión con East Harlem, tratando como estaban de hacer de la salsa un género con un atractivo universal.

Vista de la esquina de un edificio de seis pisos con sus escaparates tapiados, en la ciudad de Nueva York.

Esta fotografía de 1967 de Bernard Gotryd, a la que tituló El Barrio, muestra una esquina en East Harlem (también conocido como Spanish Harlem), la parte de Manhattan que le dio sentido de pertenencia a un lugar a la salsa temprana. Colección de la Biblioteca del Congreso.

Pacheco equilibró este ímpetu hacia el atractivo nacional e internacional contraponiéndole un énfasis en la "familia Fania", que incluía a los músicos y el público del sello, así como a las comunidades latinas de todo el mundo. De esta manera, Pacheco y sus artistas capitalizaron el crecimiento de la población de habla hispana en los Estados Unidos y la creciente prominencia de los latinos en la cultura estadounidense dominante.

A mediados de la década de 1970, Fania producía casi el 80 % de los discos de salsa a la venta en los Estados Unidos, y los principales medios de comunicación se dieron cuenta. Los artículos en revistas populares familiarizaban a los no-latinos con el sonido y los artistas de Fania, y los canales de televisión comenzaron a presentar espectáculos de miembros de Fania All Stars. En todo momento, Pacheco enfatizó el elemento latino: “Los blancos tenían su música, los negros tenían el motown, y aquí venimos con Fania. Pero era latino”.

Para muchos latinos en los Estados Unidos, especialmente los puertorriqueños, la salsa formó un pilar de la identidad latina. “Mi gente” de Héctor Lavoe se convirtió en una especie de “himno nacional nuyorican”, según los fanáticos, e inspiró sentimientos de conexión con una comunidad más grande. Durante años, la música había funcionado como un aglutinante que unía a la mezcla de etnicidades representada por los hispanohablantes de Nueva York. Ahora, gracias a Fania, esta música tenía nombre y atractivo entre el público nacional e incluso internacional.

En 1974, Fania All Stars se presentó por primera vez en Venezuela, un mercado sin explotar para la salsa. El concierto fue un éxito, creando una audiencia para futuros actos musicales y un mercado para discos de salsa estadounidenses y venezolanos. Pacheco hizo de Caracas una parada regular en las giras de All Stars y tocaba allí en eventos con entradas agotadas. El patrón se repitió en Colombia, estableciendo allí también un gran mercado para la salsa —y para Fania— a fines de la década de 1970.

Fania All Stars en Caracas, Venezuela, en 1980. En ese momento, Pacheco había estado enviando a la compañía de músicos a Sudamérica de manera regular durante seis años. Fania Records, cortesía de Craft Latino Recordings, una división de Concord.

Los discos de Fania también obtuvieron seguidores en el África subsahariana. En 1974, Pacheco, Celia Cruz y otros asistieron a un festival de música masivo en Zaire con artistas como James Brown, B. B. King y las Pointer Sisters. Miles de personas (muchas coreando “¡Pa-che-co! ¡Pa-che-co!”) recibieron a la Fania All Stars en el aeropuerto mientras salían del avión. El festival dio lugar a una película de Leon Gast que ganó el premio Óscar, lo cual elevó aún más el perfil de Fania en casa.

A mediados de la década de 1970, el socio comercial de Pacheco, Masucci, comenzó a adaptar más la música de Fania a los gustos dominantes del momento, y también procuró de otras maneras impulsar las ventas de discos fuera de las ciudades costeras estadounidenses y las comunidades latinas. Incluso firmó un contrato con CBS para que su sello, Columbia Records, produjera y distribuyera los álbumes de Fania All Stars. Muchos de estos irían al extranjero, especialmente a Europa, donde Masucci esperaba incursionar, y eventualmente a Japón y otras partes de Asia.

Más tarde en la década de 1970, el auge de la salsa de Fania comenzó a afectar la música convencional de formas emocionantes e imprevistas. La salsa se convirtió en un ingrediente principal en los géneros que disfrutaban personas que no solían tener ni siquiera una familiaridad pasajera con el sonido de Fania. El público de Patti LaBelle la escucharía en una pista de "Tasty", su exitoso álbum de 1978. La canción, "Me gusta tu baile/Teach me tonight" ("Enséñame esta noche") presentaba un sonido de metales y saxofón prominente que podría haber salido directamente de las partituras de Fania. La nasalidad y el tono del coro hacían eco de las voces de Fania; la percusión y el piano anclaban la canción en el sonido de Fania.

Con el tiempo, la salsa se volvió más grande de lo que cualquier sello discográfico podría contener. En la década de 1980, a medida que el género se diversificaba y expandía, sellos distintos a Fania entraron en la escena y suplantaron al original. Masucci y Pacheco a la larga vendieron Fania a inversionistas sudamericanos, pero continuaron involucrados: Masucci en el lado comercial, Pacheco en el lado artístico.

Pacheco siguió tocando con Fania All Stars hasta el siglo XXI. El sello que creó, y registró, cambió de manos varias veces más, y sus 1000 álbumes, 3000 composiciones y más de 10,000 pistas maestras se han conservado cuidadosamente para la posteridad y relanzado periódicamente para las nuevas generaciones de amantes de la salsa en todo el mundo.

Créditos

Producido por la Oficina del Director de Comunicaciones de la USPTO. Para comentarios o preguntas, comuníquese con inventorstories@uspto.gov.

Artículo de Adam Bisno. Contribuciones de Marie Ladino. La fotografía de Johnny Pacheco al comienzo de esta historia fue proporcionada por Fania Records, cortesía de Craft Latino Recordings, una división de Concord.

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